No quiero hombres en mi vida. No quiero llamadas de 3 horas, calzoncillos en el suelo de la habitación, chupetones en el cuello, anillos grabados, canciones dedicadas, películas, corazones en el nick del messenger, una manta en el sofá, verle la cara a diario, conocer a sus padres, estar con el cuerpo en Sevilla y la mente en Cuenca y cocinar para dos. De verdad que no lo quiero; es más, ni si quiera me hace falta. Cuando digo todo esto , no soy consciente de que en el fondo si lo quiero.
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